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¿Existió realmente la estrella que guió a los Reyes Magos a Belén?



La estrella es un elemento imprescindible en nuestro tiempo litúrgico de Adviento y Navidad, la vemos colocada principalmente por encima del Nacimiento, Belén o pesebre. También la vemos colocada encima del árbol de Navidad, en muchas ocasiones con un desliz en forma de cometa. El evangelista San Mateo en el capítulo dos, nos narra que la estrella impulsó a los magos a ponerse en camino. ¿Qué tipo de estrella era? ¿Existió realmente tal estrella? Hay quienes dicen que se trataba de un cometa, algún satélite, o una estrella fugaz. Veamos.
Hay quienes pretender ver en esta mención de la estrella sólo un relato teológico, incluso San Juan Crisóstomo llega a decir: “Que esta no fuera una estrella común, para mí incluso que no fuera ni siquiera estrella, sino un poder invisible que tomara esta apariencia, me parece consecuencia de la trayectoria que ha tomado. En efecto no hay una sola estrella que se mueva en esta dirección” (Comentario San Mateo, homilía VI).
Sin embargo, gracias a la astronomía moderna, hemos llegado a grandes certezas, que apoyan a nuestra fe, a nuestra reflexión y espiritualidad.
Johanes Kepler (+1630), astrónomo y matemático alemán, adelantó una solución: calculó que entre el año 7 y 6 a.C., que se considera el año verosímil del nacimiento de Jesús, se produjo una conjunción en los planetas Saturno y Marte. Él mismo había notado una conjunción semejante en 1604, a la cual se le añadió una supernova (estrella débil o muy lejana en la que se produce una enorme explosión, de manera que se desarrolla una intensa luminosidad durante semanas y meses). Kepler creía que la supernova era una nueva estrella. Él opinaba que la conjunción ocurrida en tiempos de Jesús debía estar relacionada con una supernova. Por tanto, Kepler intentó explicar astronómicamente el fenómeno de extraordinaria luminosidad de la estrella de Belén.
Ferrari d’Occhieppo (+2007), astrónomo austriaco, destaca por sus estudios a la estrella de Belén. Puso ad acta la teoría de la supernova. Para explicar la estrella de Belén era suficiente la conjunción de Júpiter y Saturno en el signo Zodiacal de Piscis, y pensaba que podía determinar con precisión la fecha de este fenómeno. El planeta Júpiter representaba al principal dios babilónico Marduk. La conclusión de Ferrari d’Occhieppo es la siguiente: «Júpiter, la estrella de la más alta divinidad de Babiloniacompareció en su apogeo en el momento de su aparición vespertina junto a Saturno, el representante cósmico del pueblo de los judíos». Los astrónomos de Babilonia podían deducir de este encuentro de planetas un evento de importancia universal, el nacimiento, en el país de Judá, de un soberano que traía la Salvación.
Entonces la conjunción y la constelación, podía orientar a los astrónomos al país de Judá, hacia un rey de los judíos. La constelación podía ser un impulso, una primera señal, para la partida exterior e interior.
El acontecimiento de la estrella nos dice que el cosmos nos habla de Cristo. El lenguaje de la creación ofrece muchas indicaciones, para encontrar a Dios, el autor de la creación. Bien lo va a decir san Agustín, siglos después: “Dios escribió dos libros. El primer libro no es la Biblia, sino la creación, la naturaleza, la vida. Es por el Libro de la Vida como Dios quiere hablar con nosotros”.
Pero la estrella no bastó, no fue suficiente, la estrella los condujo hasta Judea y ahí ellos necesitaron la Sagrada escritura (el “segundo libro”, siguiendo la cita de san Agustín), las palabras del Dios vivo: “y tú Belén, tierra de Judá…” (Miqueas 5,2).
San Gregorio Nacianceno dice que, en el momento en que los magos se postraron ante Jesús, la astrología había llegado a su fin, porque desde aquel momento las estrellas se moverían en la órbita establecida por Cristo. Entonces, no es la estrella la que determina el destino del Niño sino el Niño quien guía a la estrella.
Por lo visto anteriormente, podemos concluir que este fenómeno tiene explicación desde el punto de vista astronómico (como atestiguan los estudios que hemos expuesto), y sin embargo este fenómeno natural, en Cristo, adquiere un sentido más profundo y especial.
Y la estrella… iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño” (Mt 2,9). Los Reyes Magos llegaron a Belén porque se dejaron guiar dócilmente por la estrella. Más aún, “al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría” (Mt 2,10). Es importante, queridos amigos, aprender a escrutar los signos con los que Dios nos llama y nos guía. Cuando se es consciente de ser guiado por Él, el corazón experimenta una auténtica y profunda alegría acompañada de un vivo deseo de encontrarlo y de un esfuerzo perseverante de seguirlo dócilmente (San Juan Pablo II, 2005, con ocasión de la XX Jornada Mundial de la Juventud).

Escrito por: Padre Fausto Osuna

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